Nuestra fundadora, la Beata Madre Alfons María, se sentía atraída en particular a contemplar la vida y la Pasión de Jesucristo. En esto, ella ha reconocido el Amor incondicional de Dios para todas las personas. Su ardiente deseo era: aprender a conocer y a amar a Dios, cada vez más, y hacer conocer Su amor a todos los hombres, especialmente a “los pobres y a los enfermos”.
Siguiendo su ejemplo, nosotras, Hermanas del Divino Redentor, buscamos ahondarnos, cada vez más, en el Amor de Dios, que se nos hace visible particularmente en la vida, en la muerte y en la resurrección de Jesús. A través de su Amor hasta el máximo, Él nos ha obtenido la Salvación, la Redención a nosotros. Se trata de aceptar este regalo siempre de nuevo en nuestra vida, para que también otros puedan experimentar la Salvación.